Hace poco me tocó saber de otro,
otro ser humano que empieza a convivir con una ausencia.
Ella tendrá unos 30 y pico, 40. El marido murió hace menos de un mes.
Se “olvidó” de pagar la luz y alguien,
que está en su casa cuidando a sus hijos
le llama para avisarle que les acaban de cortar el servicio.
“bueno, viste en mi dormitorio,
atrás de la cama, hay una cajita,
sacá plata de ahí por favor y andá a pagar”
“yo no me voy a hacer problema por estas cosas,
ahora van a pagar y enseguida paso a decir que ya pagué.
Si no vuelve hoy, será mañana, habrá que irse a dormir tempranito”.
Otro ser humano que aprende sobre las cosas que importan de la vida, y las que no.
Lástima que son esas cosas –las que no –las que vienen a tocarte la puerta y a patearte el corazón para recordarte que el otro ya no está. Que ahora absolutamente todo lo banal de las cosas cotidianas te corresponde a vos sola. Absolutamente cada cosa de todos los días, a vos sola.
mi papá
junio del 93